Semblanza de Gilberto Silva Taboada
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Resumen
Nacido en La Habana, el 21 de noviembre de 1927, entre la música y una tempranísima vocación por el estudio de la naturaleza, se desarrollaron los primeros años de la juventud de Gilberto Silva Taboada. No estuvo ajeno tampoco a inquietudes sociales que lo llevaron a ingresar en la Juventud Socialista, y a estar muy cerca de intelectuales revolucionarios como Carlos Rafael Rodríguez, Mirtha Aguirre, y Alberto Alonso.
Zoólogos y naturalistas importantes ya consolidados, como el último de los alumnos de Felipe Poey, Don Carlos de la Torre, o el profesor universitario Carlos Guillermo Aguayo, y, otros en pleno despegue de sólidas carreras profesionales como Abelardo Moreno, Darío Guitart, Miguel L. Jaume, Alfredo de la Torre, entre otros, ofrecieron a Silva un variopinto panorama de afianzamiento e impulso de su crecimiento científico profesional.
A pesar de no haberse podido graduar de la carrera de Ciencias Naturales en la Universidad de La Habana, por la presión del gobierno de turno que conllevó el cierre del alto centro de estudios, Silva Taboada inició una intensa e inacabable carrera autodidacta que lo condujo a convertirse por dicho esfuerzo y el contexto profesional citado, en quien Pedro M. Pruna, historiador de la ciencia ya fallecido, catalogó como “el decano de nuestros zoólogos y uno de los más eminentes investigadores de la fauna cubana.“
Fundador de la Sociedad Espeleológica de Cuba, y compañero de Núñez Jiménez en estudios de cuevas en todo el país, al triunfo de la Revolución, precisamente entre ambos y oído el clamor de otros naturalistas e intelectuales de la época como Miguel Luis Jaume y Carlos Martínez Robieu, impulsaron con el Comandante en Jefe Fidel Castro, la creación de la denominada entonces, “Comisión para la Creación del Museo Cubano de Ciencias Naturales” de la que Núñez fue presidente y Silva, su miembro más joven.
A partir de ese momento, la vida de Gilberto Silva se convirtió en un torbellino de entrega a tareas de la Revolución, y de su formación y consolidación como profesional de la Zoología Cubana. En las primeras de ellas, se destaca la labor de Silva en la puesta en marcha de la primera empresa mixta revolucionaria con capital norteamericano para la explotación del guano de murciélago, que le permitió trabajar directamente con el Comandante Che Guevara. Esta empresa, con muy buen paso desde su arrancada por un mercado asegurado en la jardinería doméstica de Estados Unidos, se extinguió a partir de las medidas de ese país contra la Revolución.
Entre las segundas, Silva, de la Comisión para la Creación del Museo Cubano de Ciencias Naturales, pasó a convertirse en el secretario de la Comisión para la Creación de la Academia de Ciencias de Cuba que, al quedar constituida, con Núñez como presidente, se convirtió en el primer secretario científico de ésta.
Una vez nacida la Academia de Ciencias, comenzaron a crearse institutos encargados de desarrollar las diferentes esferas de las ciencias cubanas. En 1964, se convirtió en el primer director del recién creado Instituto de Zoología. Precisamente en ese momento y fiel a su convicción de la necesidad de la publicación científica cubana como medio de socialización del avance de la ciencia que se hacía en la Isla, creó y fue también el primer editor de la revista Poeyana. Como editor científico, la labor de Silva se destacó de inmediato entre los profesionales y años después, en la década de los 70, pasó a ser Editor Jefe de la Editorial Academia y secretario de su Comité Editorial para las Ciencias Biológicas. En este sentido, al decir del ya citado Dr. Marino Pruna, a Silva se debe en ese perfil, lo que considera “el mejor manual de normas editoriales confeccionado en nuestro país; breve, pero bien diseñado, todavía hoy es de utilidad para los autores en el campo de las ciencias biológicas.”
Pero sobre todo, esa década de los 70, ya en su recta final, vio la obra de Silva considerada por muchos cubanos y extranjeros la más completa realizada en nuestro país (y en las Américas, para muchos) de estudio de un grupo zoológico, un verdadero clásico de las ciencias biológicas: Los Murciélagos de Cuba. Después de casi 10 años de estudio y expediciones por todo el país, Silva reúne en esta obra los saberes más integrados, brillantes y reveladores sobre estos animales y sentó con ella, una pauta para todo el hemisferio.
La pasión por la ciencia y su socialización más efectiva, nunca alejó a Silva, precisamente de la institución que en el mundo es paradigma de ciencia, comunicación y socialización: el museo. Por ello, con la misma entrega que lo caracteriza, se involucró totalmente a la renovación general que desde los 80 se comenzó a producir en el entonces Museo de Ciencias “Felipe Poey”, hoy Museo Nacional de Historia Natural de Cuba. Fue su primer vicedirector científico y aglutinó un equipo de científicos a los que involucró en el ciclo de ciencia, publicación y comunicación con la sociedad a través de las exhibiciones como la principal vía de la misma en un museo. De hecho, dos clásicos también de su autoría, en materia de museología en Cuba, vieron la luz en esta etapa: La Comunicación con el Visitante Libre a través de las Exhibiciones, Elementos para su planificación, y, Procedimiento Curatorial.
Ya de lleno entregado a la actividad en el Museo, no abandonó sus proyectos científicos y se sumaron otras publicaciones zoológicas de relevancia hasta llegar en 2008, a su segunda obra cumbre para Cuba y de repercusión internacional: Compendio de los Mamíferos Terrestres Cubanos. Vivientes y Extinguidos.
Gilberto Silva Taboada, a una larga vida laboral y una producción científica de más 30 títulos, une una extensa lista de lauros, cubanos y extranjeros que reconocen su valía y sus inmensos aportes a la ciencia y a Cuba. De ellos, resumiremos algunos:
“Aporte relevante” entre los logros científicos de la Academia de Ciencias de Cuba en 1979, por Los Murciélagos de Cuba.
Medalla 30 Aniversario de la Academia de Ciencias de Cuba.
En encuesta de periodistas de América Latina se le reconoció como uno de los mejores investigadores del siglo XX.
Curador Emérito del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba.
Investigador de Mérito del CITMA.
Homenaje y diploma en el 67 Aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba: “Por la obra de toda su vida dedicada al estudio y conservación de la espeleofauna cubana, legándonos tres obras monumentales que han sentado pautas en el desarrollo de la bioespeleología en Cuba.”
Premio Academia 2009.
Premio “Lazzaro Spallanzani” por la obra de la vida en el estudio de los murciélagos, otorgado (en el año inaugural del mismo) por la Sociedad Americana para la Investigación y Conservación de los Murciélagos (EUA).
Orden Carlos J. Finlay, del Consejo de Estado de Cuba.
Doctorado en Ciencias Honoris causa otorgado por el Richard Gilder Graduate School, del American Museum of Natural History de Nueva York.
Premio Nacional de Medio Ambiente, otorgado por el CITMA en 2019.
No obstante a lo hasta aquí recogido de manera apretada y apuntando exclusivamente algunos de los hitos que marcan la vida profesional de Silva, nada de ello puede compararse a la sencillez, humildad, y desinterés de este hombre, que habiendo tenido propuestas y potencialidades reales de una vida cómoda en el extranjero, nunca vio otro sentido a su vida que no fuera el de la entrega a Cuba, a contribuir con modestia a su proyecto socialista de justicia social y sobre todo, a hacer de su ciencia y del museo de historia natural, razones de orgullo nacional.